martes, noviembre 07, 2006

A los corredores de Filadelfia

Día terrible y atareado
de los corredores de seguros
que, aún en la niebla, ya dejan sus coches
en las playas de estacionamiento.

Toda América está asegurada
contra la muerte, el fuego, los choques.
Las catástrofes se pagan
con un cheque, una sonrisa y un enérgico apretón
de manos.

Protegido por la Plymouth Mutual Life
Insurance Company,
veo la luna acatarrada que flota
entre refinerías, antenas de TV y una ampulosa
torre rococó.

América aseguró mi vida,
¿Pero quién me asegurará contra la eternidad?
No quiero ser inmortal.
Que mi alma cremada no alcance los ángeles.

Ledo Ivo

La mañana que conquistamos al enemigo

Las horas caen sobre nosotros verticalmente
como lluvia secreta.
Los niños duermen bajo esos arcos de triunfo
que son los viaductos.
Los diarios publican
fotografías de hombres delgados y de rostros
alargados
que cayeron ante el umbral de las casas.
La piedra es la almohada en que sueña el futuro.

Lo que disputamos ya no es un palmo de tierra,
el último que quedó fuera del mapa.
Es la mañana, es el derecho a un día siguiente.
Lo que disputamos es la hora,
y, asimismo, la hora que cae verticalmente;
ya no es el mismo horizonte,
ya no es el mismo espacio otrora indefinido
donde todas las cosas florecían sin pena.
El antiguo espacio que nos daba la sensación del
infinito.
Lo que disputamos
es el camino que lleva al cielo, en esta lucha
terrible
perpendicular.
Lo que disputamos
ya no es un lugar al sol, es la mañana
ensangrentada ---
--- camino apasionado del acontecer.

Es el número de orden en una fila de pan.

Día 3.

Día 4.

Día 5.

Un telegrama, el último del frente de batalla,
nos dice: ¡cayó en nuestras manos la mañana
de hoy!

Cassiano Ricardo