que tu piedra,
es tu espantable corazón
Alteza.
¿Cuántas veces hay que expiar
un solo pecado?
Un pecado
todavía no es crimen
¿Cuáles son nuestros crímenes?
Hiciste uso indebido de tu látigo
sobre nuestras espaldas
¿Cómo se te ocurre confundirme
con algún delincuente?
El delincuente es tan sólo
un pobre desaforado.
Un desaforado es tan sólo
un huerfano que tuvo desde niño mucha hambre;
el pan de los hornos
no le pertenecía.
De sólo agua no vive ni un santo
y los haces expiar por un homicida.
Y al homicida le das de alta.
Libre de culpas en la corte suprema
jamás esperarías que con tus hijos
se desbordaran las desiertas colinas.
Ya son demasiadas para una sola
Alteza.
Tú los castigas, tú los marcas
con cadenas
y ellos se multiplican
más que conejos
más que roedores.
¿A lo mejor no me hago entender
con mi hebreo?
¿A lo mejor hay que hablar
con Dios en otro idioma?
¿A lo mejor hablarle
con gestos?
¿Quíza con música?
Quizá no se imaginaba
que la multiplicación de sus súbditos
pasa toda frontera, todo confín.
En horas antidiluvianas
pronosticó superpoblación.
Tendría que adjudicar nueve años
para un embarazo
para que una madre no tenga más
que uno o dos bastardos.
Previó que presentarían demandas
judíos y cristianos
preadjudicó muertes aceptables,
creyó que con piedas
uno solo aplastaría a todo
un contingente de penitenciados.
Con una bayoneta de piedra
se podrá atravesar a un escuadrón.
En un arrojo se podrá sumergir
a toda una caravana.
Con sólo los diez dedos
se podrá ahogar todo aliento.
Se ahogaba, se sumergía
y se apedreaba.
Y se multiplicaban.
Tan sólo nueve meses
es un error para que tome posesión
un calvario.
Nueve meses es apenas
para una tortuga que llega tarde
por más temprano que inicie la marcha.
Nuestro padre revelaba optimismo
viéndonos sin demadnas.
No se apuraba en demolernos a golpes.
Nos castigaba con granizos
con truenos y relámpagos
con serpientes, con avalanchas
de altiplanos, con algún tornado.
Otro mandatario tomó el mando.
Para cada uno hay un muestrario
de muertes:
En blanco y negro
y en colores.
Con llantos y sin llantos
ni al Dante le ha ocurrido imaginar
tan lujosos finales.
Dejaron sin efecto
nuestra tradición en el camposanto.
Nuestra relación con la delicadeza
con la que los enterradores mimaron
a los tristes cadáveres.
Nos condujeron a la necrópolis
como a turistas.
Estábamos completamente muertos
pero bien avenidos.
Una muerte para uno solo,
no hubo privilegiados.
No hubo pedestal alguno
bajo tierra.
Ahora nuestras mujeres e hijas
acometen contra futuras reuniones
de futuras familias.
Acometen drásticamente.
Les hacen duros raspajes
con cuchara y cuchillo
les hacen drenajos
donde sentó sus macabros reales
un futuro rebelde.
De sólo un mes de pastoreo
del campo materno
como una culebra.
De sólo dos meses
igual que un caracol.
De sólo tres meses
como un ananá.
De sólo cuatro meses
igual que un conejo.
De sólo cinco meses
como un gato.
De sólo seis meses
igual que un jamón crudo.
De sólo siete meses
como un lechó.
De sólo ocho meses
igual que un canguro.
En sólo nueve meses
Igual que un racimo de quejas.
Con o si ncuna lo internamos
en un refugio.
De inmediato se regocija
con un llanto
¡a Dios gracias!
El lecho bajo tierra
no es fértil para sonidos
ni para la acústica.
Ni se oye la caída de un árbol
ni a la campana que llama a misa
pero donde hay un llanto infantil,
allí hay acústica.
No hay aislación que congele
los oídos de una madre.
El llanto de su cría
es como una bomba de varios megatones.
Quizá para un beduino
en siglos arcaicos
con dos dedos dieron fin
a sus gritos.
Se cotizaba su existencia,
el valor de una piedra
un puño de granizo,
el encandilado de una boa,
la zancada de un camello.
Ahora se ahoga un grito
con megatones.
Hubo una hora para multiplicar,
fertilizar, capitalizar
y edificar graneros.
Y ahora es hora de raspajes,
drenajes y fumigar
valles y cumbres
con lanzallamas.
No alcanzarán candelabros.
No alcanzarán velas.
No alcanzarán velatorios,
Alteza.
¿A lo mejor no me hago entender
con mi hebreo?
¿A lo mejor hay que hablar
con Adonai en otra lengua?
¿A lo mejor
con gestos?
José Rabinovich